Ultimo Puente Inca de Queswachaka & Templo Inca de Raqchi 1 dia

Este puente inca se encuentra sobre el río Apurímac, aproximadamente a 3.700 metros sobre el nivel del mar en la provincia de Canas, distrito de Quehue, a unos 160 kilómetros al sur de Cusco.

El puente inca de Queswachaka se encuentra a 160 km al sur de Cusco. Para llegar tienes dos opciones: hacerlo con una empresa turística o por tu cuenta. La primera opción es la más cómoda. Si prefieres embarcarte en una aventura, tendrás que viajar de Cusco a Combapata, luego de aquí a Yanaoca y luego vehículos particulares que, en 60 minutos, te dejan en Queswachaka.

La provincia de Canas tiene un clima frío y tiene dos estaciones bien definidas:
La temporada de lluvias, que comprende los meses de enero a marzo; en el que es posible ver presencia pluvial. Además, la temperatura máxima es de 15ºC y desciende hasta los 5ºC.
La época seca, comprende los meses de abril a diciembre, es probable que haya presencia pluvial durante estos meses; pero es bastante bajo en comparación con la temporada de lluvias. Cabe señalar que, durante los meses de junio a agosto, la temperatura desciende hasta los -3ºC; Por eso durante estos meses el frío es bastante intenso.

El nombre de Queswachaka, proviene de las letras quechuas “Queswa” que significa Trenza y “Chaka” que significa Puente, podemos concluir entonces que se trata de un Puente Trenzado.

El material utilizado para construir este puente colgante es: Ichu de la variedad q’oya (paja de fibra vegetal), una hierba de las zonas más altas de los Andes. Para la base; También se utilizan ramas delgadas llamadas «Kallapos».

El extraordinario puente mide 28 metros de largo y 1,20 metros de ancho y se balancea 30 metros sobre el río Apurímac.

Cruzar el Q’eswachaka es como colgarse de una cuerda. Es como estar suspendido en el aire contigo mismo. Eres tú, nada más que tú, en el aire. El sentimiento es único. Uno se tambalea en el río. Si tienes problemas de vértigo, cruzar este puente no es la mejor idea.

Si quieres aprovechar el viaje a Queswachaka para conocer otros atractivos turísticos de la región, ¡es una idea maravillosa!
En el camino de Cusco a Queswachaka encontrarás cuatro hermosas lagunas: Pomacanchi, Acopia, Asnaqocha y Pampamarca. El paisaje que los rodea y los peces que se pueden ver en ellos son otra de las maravillas de la naturaleza cusqueña.
Además, justo después de la última laguna (la de Pampamarca), se encuentra el volcán Pabellones, que con solo cuatro metros de altura es considerado el más pequeño del mundo.

La construcción del Q’eswachaka se atribuye al inca Pachacuti. Tiene 600 años de vigencia cultural».

Así lo documentaba en 1609 el cronista Inca Garcilaso en su obra Comentarios Reales de los Incas a propósito de este y otros puentes ya desaparecidos que constituían los tramos suspendidos de la antigua red vial incaica. Conocida con el nombre de Qhapaq Ñan, que en quechua significa «Camino Real».

Qhapaq Ñan, El Gran Camino Inca Real, los Incas construyeron caminos por todos lados para unir los pueblos del mundo. El Qhapaq Ñan fue construido sin el uso de metal o de hierro, la rueda, o animales de tiro y abarcó 25,000 millas (40,000 kilómetros) por todo el Tawantinsuyo. La red vial permitió que los Incas supervisaran y administraran un territorio de un tamaño equivalente al abarcado por California, Nevada, Arizona, Nuevo México y Tejas. Esta extraordinaria red de caminos serpentea por la costa del Pacífico de América del Sur, desde Quito, Ecuador, a Santiago, Chile, atravesando una de las geografías físicas más extremas del planeta, desde picos de 16,000 pies (4,900 metros) cubiertos de nieve hasta la costa, pasando por selvas, pastizales y desiertos. Partes del sistema de caminos fueron construidas por culturas que precedieron el Imperio Inka, pero los Incas perfeccionaron la red de caminos en una maravilla de la ingeniería que apoyó el transporte, la comunicación y el comercio. Los ingenieros Incas entendían el flujo de agua, la acción de la fuerza de gravedad y la erosión del viento y optimizaron el diseño del camino para el tráfico peatonal humano y animal. Se estima que un 6% de la red de caminos Inca es aún visible, y los caminos existentes, los cuales siguen siendo utilizados y mantenidos por las comunidades indígenas andinas hoy en día, se están estudiando para comprender las técnicas de ingeniería Inca y su aplicación a los proyectos contemporáneos.

Los exploradores españoles admiraron la variedad de puentes a lo largo del Qhapaq Ñan. En particular, los europeos nunca habían visto un puente colgante y se sorprendieron al encontrar cientos de ellos a lo largo del sistema del Camino Inca. El Queswachaka, el último puente colgante de gras altoandino “Ichu”, se extiende por un alto barranco sobre el río Apurímac en el Perú y ha estado en uso continuo durante 500 años. El puente mide 100 pies (30 metros) de largo y está suspendido a 50 pies (15 metros) por encima del río. Está hecho de fibras de hierba y otros materiales orgánicos. Cada año, 1,000 pobladores de las cuatro comunidades vecinas quechuas se reúnen, tuercen, y trenzan a mano una hierba nativa para hacer 10 millas (16 kilómetros) de la cuerda y luego trabajan continuamente durante cuatro días para reconstruir el puente. El pedir permiso a los Apus (montañas sagradas) y hacer ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) son actividades importantes que se llevan a cabo en conjunto con la reconstrucción del puente. La comunidad también realiza una fiesta para celebrar el nuevo puente. El Queswachaka es un componente clave del Qhapaq Ñan y una obra maestra de la ingeniería Inca. También sirve como un ejemplo importante de la ingeniería sostenible, una expresión viva de los conocimientos, las prácticas y tradiciones que se han transmitido a través de generaciones del pueblo quechua en los Andes.

Las  obras más modernas provocaron el ocaso de los arcaicos puentes de cuerda en la cordillera andina, ya que dejó de ser necesario que las pasarelas incaicas fuesen renovadas a perpetuidad. Mientras que algunas se reemplazaron por puentes de carretera, los vestigios de otras pueden todavía observarse en ríos como el Vilcanota. El mismo Q’eswachaka cayó en desuso después de que se edificara una construcción de metal más sólida y segura a apenas unos metros de distancia.

«En los años sesenta y setenta del siglo XX los miembros de las comunidades locales abandonaron la renovación del puente con la esperanza de que la tierra les perdonase. Como madre, la Pachamama se enoja, se molesta, reniega y castiga, pero también indulta». «Los campesinos confiesan que en el transcurso de aquellos años fueron castigados con sequías, heladas, vientos huracanados que destrozaron el techo de paja de sus viviendas, y también con la enfermedad y la muerte de sus animales. Unas penas que forzaron la migración de ciertos jefes de familia a la ciudad. Finalmente, tras 12 años inactiva, la tradición se reactivó».

Ceremonias y Ritos Ancestrales en la Construcción del Puente de Queswachaka

El lugar se impregna de un aroma ahumado debido a la mesa que el paqo, o sacerdote andino, prepara junto a una de las bases del puente. Es una especie de altar de tela con motivos indígenas en el que el chamán deposita hojas de coca, fetos de llama y alimentos que ofrece a la Pachamama a través de las llamas centelleantes.

«Como tú o como yo, la Tierra tiene hambre, y saciarla queda entre nuestras obligaciones como hijos. Pues ella es la fuente de nuestro sustento –explica Cayetano Ccanahuire, paqo de 63 años a quien se le atribuyen capacidades adivinatorias, así como de medicina andina–. Antes de la renovación del puente, los apus me indican cada año cuál es en estos días el apetito de la Pachamama. Pues sus gustos evolucionan y no siempre debemos pagarle con el mismo “manjar”, al que se invita igualmente a los apus para implorar su protección y evitar accidentes durante la renovación».

Instalado junto a los estribos de piedra durante los tres días que duran las tareas de renovación del puente, el paqo solo podrá abandonar el lugar cuando la obra sea transitable.

«Desde la época precolombina, cualquier actividad importante de construcción, tanto de casas como de puentes, se realiza previo pago a la tierra o a los apus. Estas últimas deidades están encarnadas en todos y cada uno de los accidentes geográficos de la zona, como las lagunas, los ríos o los cerros –explica el antropólogo de la Universidad Católica de Lima Pablo del Valle–. Se trata de una apelación a las fuerzas de la naturaleza en la que se les implora que se calmen para evitar perjuicios, como una crecida del río y la posterior inundación de los campos. ¡Incluso los puentes modernos del siglo XX se construyeron pagando antes a los dioses!»

Queswachaka es el último puente Inca en uso siendo parte también de la extensa red de caminos o Qapac Ñan reconocido como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO, es el único puente inca que ha sobrevivido a tantas generaciones por más de 500 años, que se encuentra casi en estado original y gracias a la decisión de las comunidades actoras: Huinchiri, Chaupibanda, Qollana Quehue y Chocayhua, las que haciendo gala de su cultura viva repiten técnicas y ceremonias e origen puramente andino, reproduciendo año a año este maravilloso evento, como una paradoja en el tiempo y mostrando la autenticidad de nuestra cultura. Durante tres días ellos renovaran anualmente el puente inca de Q’eswachaka en los primeros días del mes de junio de cada año.

Primer Día

Este día inicia con una ofrenda al Apu Quinsallallawi en una ceremonia ancestral. En esta ofrenda, se agradece al Apu protector por todo lo brindado a las comunidades; así como también se pide protección para todos los trabajadores que realzarán el trenzado del puente. Posterior a ello, se hace la recolección de trenzas de cada familia, así como la corroboración de los 40 metros. Seguidamente se procede al tendido de estas sogas alrededor de la carretera; para ello se hacen presente hombres y mujeres de las comunidades de Huichiri, Ccollana, Quehue, Chaupibanda y Choccayhua. Donde los hombres realizan el trabajo de fuerza y las mujeres se sitúan alrededor del puente e inician con el trenzado de sogas delgadas.

Posterior al tendido de sogas, se inicia con el trenzado de soguillas, teniendo como resultado sogas medianamente gruesas. Finalmente, se inicia el trenzado o tejido de estas sogas medianas convirtiéndolas en sogas más gruesas o llamadas también sogas mayores, las mismas que estarán en la base del puente y otras dos que seguirán siendo medianas y tendrán la función de barandas. Al atardecer estas sogas son dejadas en ambos extremos del puente.

Segundo Día

Este día también se inicia con una ofrenda al Apu y a la Pachamama. Posterior, a la ofrenda, un comunero pasa por el puente antiguo llevando una soga delgada en la cintura, la misma que ayudara con el transporte del resto de las sogas que se encuentran en ambos extremos; así como otros materiales útiles para la colocación de las sogas y de esa manera iniciar las labores en la construcción del puente. Asimismo, se procede al corte de las sogas del puente antiguo, estas reposaran en la garganta del rio.

Una vez obtenidas las sogas y sostenidas por ambos extremos, el especialista en la construcción del puente o también llamados “chakaruwak”, se encarga de supervisar el atado de las sogas mayores y los que tendrán la función de barandas. Estos son atados en piedras ubicadas al inicio del puente, estas piedras son bastante firmes y estables para soportar el peso de toda la estructura del puente. Mientras se realiza todo este trabajo una de las comunidades se encarga de la elaboración de la alfombra; la misma que será puesta en la base del puente al finalizar todo el trabajo; asimismo también se encargan de llevar pequeñas ramas llamados “Kallapos” que servirán para mantener estable la misma base.

Tercer Día

Este día se inicia con la elaboración del puente, dos especialistas en este trabajo se encargan de ello, los mismo que se ubican en ambos extremos y culminan en la mitad del puente. El fin del trabajo es anunciado con grito aguerrido.

Los especialistas en hacer el puente de Queswachaka o los “chakaruwak”, son hombres que recibieron tales instrucciones de sus padres; asimismo este arte es transmitido de generación en generación y si uno de ellos tiene solo hijas, este arte será trasmitido solo a un miembro varón de la familia, pueden ser sobrinos.

Cuarto Día:

Finalmente, las comunidades también se organizan para este día; para celebrar la culminación del puente, cada comunidad lleva diferentes danzas típicas. Asimismo, se realiza una feria gastronómica, con platos típicos de la región.

El complejo arqueológico de Raqchi se encuentra ubicado en el valle sur, a 119 km de la ciudad del Cusco, en el distrito de San Pedro de Cacha, provincia de Canchis.
Ubicado a una altura de 3.460 metros sobre el nivel del mar, la superficie total del parque arqueológico es de mil hectáreas, ya que fuera del muro que rodea el complejo también se encontraron construcciones como acueductos, tumbas subterráneas y recintos de culturas preincaicas.

Aunque la mayoría de las construcciones (Templo de Wiracocha, Colcas, Plaza Chasqui Wasi y Cuartel) son de la época Inca (1450 a 1532), la ocupación en Raqchi es muy antigua. Investigaciones arqueológicas realizadas por el Instituto Nacional de Cultura (Cusco-Perú) han encontrado evidencia de restos del periodo Formativo, cerámicas del estilo Qaluyu-Marcavalle (200 a. C.), pasando por el Intermedio Temprano, vasijas sin decoración estilo Pucará (200-700 d.C.), tiestos cerámicos de estilo Wari del Horizonte Medio (700-1100), cerámicas Intermedio Tardío -Collao e Inca-Collao (1100-1450), y el Horizonte Tardío con cerámicas Incas Imperiales y subtipos locales como Inca Chucuito y el Inca Taraco. Durante este último período se llevó a cabo la construcción del Templo Inca de Wiracocha. Uno de los principales atractivos en las estructuras que se dedicaron al Inca Wiracocha, y posteriormente al Inca Pachacutec, fue reformar este lugar (1431 aprox.), para terminar las construcciones con el Inca Tupac Yupanqui Inca, alrededor de 1471-1493.
Según Pedro Cieza de León, el llamado príncipe de los cronistas decía que había una leyenda contada entre los ciudadanos de Raqchi. El templo hecho en honor al dios Wiracocha luego de que apareciera un hombre que era milagroso, pero la gente del pueblo no le hizo caso y decidieron ignorarlo, tirarle piedras, luego de eso se produjo una lluvia de fuego, y la gente del pueblo decidió déjalo en paz. Ese hombre se fue al mar y desapareció, la gente nunca supo quién era ese hombre, y en su honor construyeron un templo y una escultura; cuando los españoles llegaron a este lugar pensaron que esta escultura era un santo que pasaba por ese lugar. El lugar estaba lleno de lava, y tal vez eso explique la lluvia de fuego, porque cerca del sitio hay un volcán, llamado Kinsachata.

Raqchi está ubicado en el distrito de San Pedro, provincia de Canchis, en el departamento del Cusco. Este parque arqueológico cubre alrededor de 1000 hectáreas. En su época, fue uno de los templos incas más importantes, ya que estaba dedicado al dios más grande de la religión inca. Durante tu visita encontrarás los siguientes sectores:

• Templo Inca Mayor: Es una construcción única entre la arquitectura Inca. Es un granero grande de base rectangular, de 92 metros de largo y 25 metros de ancho. Tiene un enorme muro central (casi 12 m de altura). La base del muro tenía 3 metros de altura, hecha de piedras finamente talladas y rematadas en adobe. El templo tenía puertas comunicantes con columnas que sostenían un techo a dos aguas que también estaba sobre 11 columnas cilíndricas a cada lado, así como en las paredes laterales del edificio. Solo se conserva una de las 22 columnas. Sólo quedan los cimientos de los muros laterales tras los trabajos de excavación de la misión española a finales de la década de 1960.
• La estatua: Muchos siglos después de la visita de Cieza a Racchi, mientras se realizaban excavaciones en Cusco, se encontró una cabeza de piedra y la representación de un cuerpo del mismo material. Manuel Ballesteros y otros expertos aseguran que estos serían los restos de la estatua de Wiracocha que fue llevada al Cusco, destruida y enterrada como parte de la política de remoción de ídolos. La cabeza se conserva en el Museo de América de Madrid y el cuerpo en el Museo Inca de Cusco.
• Los recintos: Otro sector importante por su calidad arquitectónica es el de los recintos o cuarteles. Abarca un total de 22 casas que destacan por sus muros fracturados con abundantes hornacinas trapezoidales y por su distribución. 12 de estas casas están alineadas en parejas a lo largo de casi 250 metros. Este conjunto de edificios se distribuye a lo largo de una serie de patios casi cuadrados. El que da a la explanada conocida como Pucllanapampa (en quechua significa lugar de juego) es gratuito, mientras que los otros tres están distribuidos en 6 recintos, dos a cada lado.
• Colcas: Próximas al templo de Viracocha, se ubican junto a los recintos y están separadas por pequeños campos de cuerpos rectangulares. Estas construcciones eran almacenes de alimentos como maíz, quinua, papa y chuño (papa deshidratada). En Raqchi se pueden apreciar 156 colcas, construidas en forma cilíndrica. Gracias al trabajo arqueológico en la zona se pudo reconstruir algunas de las colcas, lo que nos da una idea del aspecto original de este recinto.
• Fuentes de agua: Al este del templo principal, podemos encontrar una explanada donde se construyeron fuentes de agua finamente talladas. Esta zona también se conoce como “Baños del Inca”, y como tal, se construyeron canales a partir de un manantial cercano para abastecer las fuentes talladas.

Cerca del Complejo Arqueológico de Raqchi existe un pequeño pueblo, llamado San Pedro de Cacha. Durante la época colonial se construyó en la zona una pequeña iglesia, donde se pueden apreciar pinturas de la famosa Escuela Cusqueña. Los habitantes de la zona también se destacan por la fabricación de cerámica, y algunos de ellos ofrecen sus productos en la entrada al sitio arqueológico.